Investigaciones recientes de la Universidad Hebrea de Jerusalén han hallado que los pulpos producen un líquido que impide que otras extremidades que queden adheridas a sus ventosas, al desactivar su capacidad de adherencia.
Este curioso mecanismo químico consigue que sus tentáculos no se peguen entre sí. La investigación ha observado que los pulpos pueden controlar hasta cierto punto la liberación de las moléculas que conforman esta sustancia líquida.